La aparición de las nuevas tecnologías, como los ordenadores y los teléfonos móviles, ha dado lugar a una revolución en el lenguaje: la aparición del lenguaje SMS, utilizado en mensajes del móvil, Messenger y chats, entre otros.
Esta forma de escribir, que se caracteriza por omitir tildes y letras, emplear abreviaciones, números, emoticonos y abundantes signos de exclamación e interrogación para dotar al mensaje de expresividad, ha originado dos posiciones completamente distintas.
Para los más conservadores, el lenguaje SMS es casi una aberración, un retroceso en el nivel de cultura, que degrada la lengua española y, lo peor de todo, que no es sólo utilizado en los contextos en los que nació, sino que ha saltado a otras situaciones en las que no debería ser empleado, como en el ámbito de la educación. Estas personas abogan por la pureza de la lengua española, que debe ser fijada para que no cambie.
Por otra parte, los defensores de la libertad en el uso de la lengua afirman que el nuevo lenguaje, si se sabe utilizar sólo cuando se puede (no como los que escriben con faltas de ortografía en los exámenes por haberse acostumbrado al lenguaje SMS), es muy útil, como en los mensajes de móvil, que sólo tienen 160 caracteres.
También es importante la rapidez con la que se puede llegar a escribir, lo que agiliza la comunicación en chats y en el Messenger e incluso puede ser ventajoso para los estudiantes, ya que permite coger más rápido los apuntes (el lenguaje SMS ya es denominado “la nueva taquigrafía”), evitando así una pérdida de información, y ahorrar tiempo y páginas para hacer resúmenes (que incluso, por parecer más cortos que los escritos en castellano, pueden motivar el estudio).
Resumiendo, una lengua es de sus hablantes y debe cambiar según sus necesidades. Una persona puede hacer uso del lenguaje SMS en contextos informales, como para hacer más rápida la comunicación en un chat, o por la utilidad de su velocidad, como para coger apuntes, siempre que se sepa utilizar correctamente el castellano (sin comenter faltas de ortografía y gramática, sin abusar de palabras comodín, etc.) en las situaciones que lo requieran.
Para mejorar nuestra forma de expresarnos debemos tener presente la importancia de la cultura y ser consecuentes con ello, como por ejemplo leyendo novelas y periódicos y escribiendo.
Rebeca Hernández.- 2º Bachillerato
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