Siempre se ha dicho que los extremos no son buenos, y este caso no tiene por qué ser una excepción.
A la hora de elegir, quizás la posición más razonable sea la pureza, añadiéndole, eso sí, un toque de libertad, ya que la lengua tiene tanto la necesidad como el deber de estar viva, evolucionar y cambiar con los tiempos que ahora vivimos y con los tiempos que están por llegar.
Los hablantes de una lengua tienen que tener conciencia del hecho antes citado, el que la lengua evoluciona y se adapta a los avances, avanzando ella también. Con lo que estos hablantes, siempre conscientes de que la lengua es suya, su legado cultural, deben poder incluir las nuevas palabras que nos llegan desde distintos orígenes.
En mi opinión, tanto el progreso histórico, social como lingüístico están unidos, y el hablante debe avanzar con ellos de manera que seamos capaces de manejar el nuevo lenguaje con soltura sin que ello suponga un desconocimiento o mal manejo del nuestro propio, para ser capaces en un momento dado de poder hacer uso de ambos tipos según lo convengan las circunstancias.
En definitiva, un uso equilibrado de ambas tendencias del lenguaje favorece al mismo haciéndolo evolucionar sin perder lo ya existente.
A la hora de elegir, quizás la posición más razonable sea la pureza, añadiéndole, eso sí, un toque de libertad, ya que la lengua tiene tanto la necesidad como el deber de estar viva, evolucionar y cambiar con los tiempos que ahora vivimos y con los tiempos que están por llegar.
Los hablantes de una lengua tienen que tener conciencia del hecho antes citado, el que la lengua evoluciona y se adapta a los avances, avanzando ella también. Con lo que estos hablantes, siempre conscientes de que la lengua es suya, su legado cultural, deben poder incluir las nuevas palabras que nos llegan desde distintos orígenes.
En mi opinión, tanto el progreso histórico, social como lingüístico están unidos, y el hablante debe avanzar con ellos de manera que seamos capaces de manejar el nuevo lenguaje con soltura sin que ello suponga un desconocimiento o mal manejo del nuestro propio, para ser capaces en un momento dado de poder hacer uso de ambos tipos según lo convengan las circunstancias.
En definitiva, un uso equilibrado de ambas tendencias del lenguaje favorece al mismo haciéndolo evolucionar sin perder lo ya existente.
Ana Fraguas- 2º Bachillerato
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