Libertad, por supuesto. El negar la libertad de la lengua es negar el libre albedrío del ser humano, pues forma parte de nuestro ser. Sin embargo, hemos llegado a un punto en el que el desarrollo tecnológico nos abre tantas posibilidades, tantos medios para comunicarnos, que la lengua (en nuestro caso el castellano) se está diseminando. Las lenguas pierden su unidad y adoptan numerosas palabras del inglés, idioma predominante en los medios de comunicación de masas. La hegemonía del idioma anglosajón en este campo pone en grave peligro, a largo plazo, la unidad de los demás idiomas, estableciendo una menor diferenciación entre lenguas. Quizá en un futuro más o menos lejano podamos asistir a un mundo con un idioma globalizado, único, pues esa parece ser la evolución de la lengua. Personalmente, no me atrevo a aventurar si ese hecho puede afectar positiva o negativamente a la humanidad. Sin embargo, ¿perderemos parte de nuestra identidad? ¿Sacrificaremos nuestro “gracias”(o “merçi”, u “obrigado”...) en favor de un “thank you” universal? Sería una pena meter al castellano o al francés en el mismo saco que el latín, una lengua muerta.
La lengua está viva, de eso no hay duda, pero convive con la economía, bajo el mismo techo. Yo estoy a favor de la libertad de la lengua, pero, ¿realmente es libre la lengua? ¿Se le deja ser libre? Los mensajes de texto de los móviles (SMSs), por ejemplo. ¿Sabe alguien que en los inicios de la telefonía móvil, mandar SMSs no costaba un céntimo? Exacto, hoy en día, el operador cobra por un servicio que no le genera ningún coste (y que no explicaré ahora porque me tiraría una buena parrafada). Eso, y la limitación a 160 caracteres (impuesta hace ya casi treinta años, injustificable ahora) hace limitada nuestra capacidad comunicativa a través de ese medio, por lo que intentamos buscar otras formas de expresión, como el “lenguaje SMS” o los emoticonos. Quizá todo esto forme parte de un plan de las grandes compañías, un experimento, y todos nosotros somos las cobayas, quién sabe. Teniendo en cuenta esto, y que cada vez que leo en un foro, blog, o mensaje, algo en “SMS” o similar me entra conjuntivitis, solo puedo llegar a una conclusión: habla como te dé la real gana y disfruta de la vida, pero ten cuidado con la salud ocular de los demás.
La lengua está viva, de eso no hay duda, pero convive con la economía, bajo el mismo techo. Yo estoy a favor de la libertad de la lengua, pero, ¿realmente es libre la lengua? ¿Se le deja ser libre? Los mensajes de texto de los móviles (SMSs), por ejemplo. ¿Sabe alguien que en los inicios de la telefonía móvil, mandar SMSs no costaba un céntimo? Exacto, hoy en día, el operador cobra por un servicio que no le genera ningún coste (y que no explicaré ahora porque me tiraría una buena parrafada). Eso, y la limitación a 160 caracteres (impuesta hace ya casi treinta años, injustificable ahora) hace limitada nuestra capacidad comunicativa a través de ese medio, por lo que intentamos buscar otras formas de expresión, como el “lenguaje SMS” o los emoticonos. Quizá todo esto forme parte de un plan de las grandes compañías, un experimento, y todos nosotros somos las cobayas, quién sabe. Teniendo en cuenta esto, y que cada vez que leo en un foro, blog, o mensaje, algo en “SMS” o similar me entra conjuntivitis, solo puedo llegar a una conclusión: habla como te dé la real gana y disfruta de la vida, pero ten cuidado con la salud ocular de los demás.
Víctor Barceló (2º Bachillerato)
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